miércoles, 19 de agosto de 2015

Paseos a la luz de la ciudad de la mano de la soledad que te llevan a un acantilado. Imágenes de oscuridad en el mar que te alejan de la barandilla. En silencio uno aprende a escucharse y si se esfuerza intenta ser escuchado.
Aquí no hay nada para ti, te dice tu propia sombra, grande, imponente sobre el mar, alcanzando la boya más cercana.
Tu mente está en mil partes y en ninguna. Tu corazón, dando vueltas por la tierra.
Ella está sola, tú no quieres molestar.
Ella acompañada, no tienes nada que hacer.
¿Y ella? Ella no sabes dónde está, ni qué hace ni cómo es ahora.
Y ELLA no está en este mundo, está en aquel lugar donde las almas toman forma y buscan un cuerpo que ocupar, donde los encuentros fortuitos se gestan para dar forma al futuro. Mientras, el humo de tu boca se apaga al levantarte. Sí, hablo de ti, pero no, no soy feliz sabiendo que pude estar ahí y tocarte mi canción. Has vuelto a escribir sobre el revés de tu mano y las palmadas que no te dedicaron. Hay otros mundos pero yo quiero ver el tuyo.

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